martes, 22 de abril de 2008

DEMASIÉ

     
Como su propio nombre indica, este establecimiento es way too much. Galletas al estilo americano (las hermanas mayores y con problemas de sobrepeso de las María) de todos los sabores que te puedas imaginar.

Existen 2 explicaciones: o bien los reposteros adulteran sus galletas con cocaína mientras se ríen a carcajadas terroríficas y una luz los ilumina desde abajo, o una bisabuela les legó la receta de la galleta perfecta.

La única pega de estas galletas del infierno es que la bolsa de papel en la que vienen envueltas se queda transparente a los 2 minutos, lo cual me hace situar el porcentaje de grasa en torno al 80-90%.










Además de las tradicionales galletas de chocolate, vainilla y nueces, en DEMASIÉ puedes sufrir un ataque coronario comiendo galletas de mostaza, sobrasada o pimienta.

Y mientras esperas al SAMUR puedes entretenerte leyendo uno de los libros de recetas que se venden aquí, tomarte un té e incluso pensar cuál va a ser tu primera galleta tras salir del hospital. Porque ya os he hablado de su efecto adictivo, right?

Atención, el efecto placentero-anabolizante de estas galletas se puede potenciar si, mientras te las tragas, escuchas Catching Tales de Jamie Cullum. Pero cuidado!! Una galleta debería durarte al menos 2 canciones!

 

sábado, 12 de abril de 2008

THE WHITE BAR

Supongamos que estás con amigos en Barcelona. 
Por una noche decidís cambiar el bocata de lomo con queso por algo intermedio entre el Ritz y McDonalds.  Muy bien, entonces NECESITÁIS ir a WHITE BAR.  
Este es, sin duda, uno de los sitios más raros en los que he cenado. Se trata del restaurante del hotel CHEAP AND CHIC, situado en el 50 de la calle de la Princesa, en Barcelona.
Su aspecto es tan peculiar que atrae irremediablemente la atención de todo aquél que pasa por delante. Las mesas, separadas por velos verdes, están sumergidas en un ambiente de luz intensamente violeta. Esto hace que, tras pasar un par de horas ahí dentro, el resto del mundo tenga un velo amarillento de lo más bizarro.
La carta es un poco limitada pero los platos son deliciosos, el aire relajado y la música, bajita.  Y a los que les guste ir a explorar mientras traen el pan, les diré que por las escaleras que bajan al servicio, hay una puerta y unas escaleras que llevan al primer piso del hotel, que es digno de verse (decoración radicalmente diferente en cada planta), e incluso a los pasillos de las habitaciones. Y no suele estar cerrada con llave. Pero como dudo que las excursiones estén permitidas, este último dato es meramente informativo.
WHITE BAR es una buena idea si tenéis pensado ir de copas más tarde, porque no es caro y al situarse en la nueva zona de moda de Barcelona (barrio del Born), está rodeado de cocktail bars. 
Pero eso ya es otra historia.